Todo tiempo pasado fue mejor

¿Todo tiempo pasado fue mejor? ¿De qué se trata esta frase tan común?
Se suele interpretar, como un derecho al olvido de aquellas situaciones difíciles del pasado. O como un refugio frente a las situaciones difíciles del presente.
Esta frase tan común está en nuestra memoria, al tan solo oírla nos resuena. Nos habla de algo que intuitivamente entendemos, pero la mayoría de las veces no nos podemos a reflexionar.
La memoria ordena, moldea y reforma los datos y acontecimientos que se retienen, engarzando con las nuevas percepciones del presente. En esta labor de la memoria no parece que nos olvidemos de esta frase. ¿O sí?
Los recuerdos no son copia exacta de lo vivido, estos buscan en su narración un sentido resiliente, para que, aunque las cosas sean difíciles, se pueda seguir confiando.
Esta frase que está en la memoria es como una ley que regula a la misma memoria. Al tener relación con el mismo funcionamiento de la memoria, y que se ha pasado de generación en generación, no se trata de algo solamente individual, sino que es algo que surge de la memoria colectiva.
La memoria colectiva no tiene una base neuronal como la individual, no es un proceso biológico, es un proceso cultural, colectivo, social. Es una información que surge de la experiencia de las interacciones de la vida en común de un colectivo. Es un proceso que le da la identidad a un grupo, el sentido de ser un colectivo y está muy ligado con la tradición. Relacionado a esto C.G. Jung, llama “colectivo a todos aquellos contenidos psíquicos que no son algo característico de un solo individuo sino, simultáneamente, de muchos; es decir a una sociedad, a un pueblo o a la humanidad”.
En relación a la tradición H.G. Gadamer expresa que posee ciertos derechos y determina en gran medida nuestras posiciones y nuestros comportamientos. Refiere a una multiplicidad de voces; en las que resuena el pasado. Así el pasado constituye la esencia de la tradición.
Las nuevas generaciones van heredando la memoria colectiva y también familiar de sus padres. Serán el punto de inicio, los preconceptos a través de los cuales vaya encontrando su identidad, tratándose de diferenciar de sus padres. Así se puede ver adolescentes de la nueva generación que escuchan la música que escuchaban sus padres en la adolescencia, y lo van experimentando como un símbolo de su identidad.
Acá se puede ver la ligazón que existe entre memoria colectiva e individual, la memoria individual se nutre de influencias socioculturales, que parece estar mucho más marcada en la adolescencia, precisamente por la búsqueda intensa que se hace en ese periodo de la vida de la identidad.
Al paso de cada generación también van pasando cosas relacionadas con la memoria, hoy encontramos por un lado el ciberespacio y por otro la realidad. Esto despierta dudas de cómo se está percibiendo la información que luego será almacenada en la memoria. Podríamos pensar que, si la forma de percibir y procesar la información es diferente, la morfología del cerebro y la cualidad de la memoria también lo serán.
Otra duda que se despierta tiene que ver con la cantidad de estímulos recibidos, lo que da la sensación de que estuviéramos pasando el tiempo al máximo de velocidad. Hay quienes entienden que esa cantidad de estímulos, de alguna manera entrena los cerebros, para ser más capaces. Pero también se puede entender que la sobrecarga de estímulos, sobrepasa el umbral aceptable por el sistema nervioso, provocando alguna de las clases de estrés. Pudiendo ser un estrés adaptativo, lo cual sería positivo. Pero si es algo que no se es consciente y se maneja bien crearía un estrés más patológico que terminaría afectando la memoria.
Las nuevas generaciones también encuentran toda la información en internet y a su vez, esta información no está relacionadas con las raíces o identidad de un colectivo en particular, lo que enfrenta a las nuevas generaciones con más información y a veces contradictoria de aquello que constituyó la identidad a través de su colectivo. Esto vuelve relativo por parte del joven el saber de los que tienen mayor experiencia. Esto puede poner un poco incomodo al adulto. Y al mismo tiempo puede estar en juego la identidad como continuidad entre el pasado, presente y futuro de quienes están adquiriendo su identidad. Puede provocar una crisis en los valores, entendiendo esto como principios que guían el actuar y la toma de decisiones que se reflejan en la construcción del futuro.
Las conversaciones intergeneracionales pueden ser la herramienta necesaria, para trasmitir la experiencia, que tiene un plus sobre la simple información, porque está ligada con las emociones, y con las raíces del que se es parte y a través de las cuales se encuentra seguridad.
La nueva información que surge de internet, es una forma de aprendizaje necesaria, siempre que se haga en una medida de no generar un estrés patológico, pero lo importante es estar presente y guiar con la información que le llega, contraponiendo otras formas de pensar, de reflexión, reconociendo las emociones que esa información provoca, las técnicas de manipulación que buscan un fin como por ejemplo las estafas en la red, entre otras.
Al final tenemos que reflexionar en esas conversaciones sobre cómo nos llega la información y que utilidad tiene para nuestra persona, sobre nuestras necesidades, nuestros deseos, que de lo que nos llega es coherente con lo que somos y queremos ser. Podemos conversar de como era el pasado y como es ahora, cómo será el futuro, reflexionar sobre lo bueno que hay que conservar buscándole un sentido y sobre lo bueno que trae el cambio.
Al final lo verdadero de la frase es que todo pasado es bueno porque de ahí es que se empezó a forjar la identidad de lo que somos, dando la posibilidad del equilibrio de la certidumbre que cobija y permite prevenir como actuar y la incertidumbre del cambio que trae nuevas oportunidades.

Espero que hoy te superes a ti mismo.

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