Desde el sentido etimológico, nostalgia quiere decir: dolor por el deseo de regresar a la patria. El sentimiento de nostalgia es una forma de vivir el deseo de retorno a una época, a un lugar, con una persona, personas, contexto vincular, o con un objeto de un tiempo pasado, los cuales la persona que la siente ha perdido o de los cuales se encuentra separada, que se valoran como mejor comparándolas con el hoy, o se les tiene un afecto especial.
Como sentimiento es una forma de evaluación menos intensa, más duradera y más consciente que la emoción, por el cual se interpreta de una forma subjetiva las vivencias de cada uno junto a las emociones que estas provocan, buscando afianzar la propia valía, afianzar la base segura que sirva de refugio frente a la incertidumbre y permite así tener cierta información para tomar decisiones desde el recuerdo de una base segura que regula la ansiedad. Se puede vivir tanto de una forma sana como de una forma insana. Tanto uno como otros están relacionados con los procesos de adaptación que hemos llevados desde niños.
Es un sentimiento agridulce. Aunque muchas veces solo se le percibe su lado triste por no poder vivir lo perdido, su lado feliz es aquello que se recuerda, el recuerdo se vive con agrado.
También al estar muy relacionado con el pasado y el recuerdo, se relaciona con la memoria. La memoria no es una copia exacta de lo vivido, los recuerdos se configuran a través de lo que percibimos, atendemos y nos motiva, influenciado por lo emocional y su función adaptativa, tanto en el momento de adquirirlos como de acceder a ellos. La dinámica de la memoria se organiza por dos principios, la coherencia y la correspondencia. La coherencia busca que exista relación entre la imagen que se tiene de sí mismo con la correspondiente historia de vida y los nuevos recuerdos. La memoria también necesita, mediante el principio de correspondencia, reflejar de la forma más fiel posible las vivencias para poder adaptarse a las demandas del ambiente. Con el juego de los dos principios se logra un equilibrio, que permite mirar atrás para saber quiénes fuimos, somos y seremos, adaptándose de forma funcional a la realidad.
Por eso recordar es un proceso activo y dinámico de reconstrucción, y la nostalgia con su vivencia es un agente de la memoria, contribuyendo con los mecanismos psicológicos, que brindan seguridad y afecto.
En el proceso de formación y reconstrucción de la memoria, los mecanismos de adaptación en interjuego con las emociones, desde la niñez van fortaleciendo ciertos aspectos de la personalidad en desmedro de otros. Así durante la infancia, muchos niños van dejando ciertos aspectos expresados de su personalidad, por no ser adaptativa al ambiente. Estas pueden ser fortalezas olvidadas, que se vivenciaron como no aceptables o adaptativas desde el niño.
La nostalgia puede ayudar a reconstruir los sentimientos de seguridad, que encuentran momentos difíciles frente a las nuevas incertidumbres, pero también puede ser usada como un refugio escape para no afrontar la vida, buscando restablecer de forma exacta el pasado.
Desde un lado positivo se puede recuperar el ánimo de seguridad y felicidad. El pasado puede motivar porque la memoria te muestra que existen vivencias de seguridad y felicidad, que no se van a repetir, pero da la sensación de que pasan cosas buenas en la vida por lo cual no sería opción rendirse.
Algunas personas pueden creer que tuvieron una infancia difícil, y que no encuentran recuerdos para recuperar el ánimo de seguridad y felicidad. En estos casos se puede trabajar con técnicas que permitan encontrar esa seguridad y felicidad.
También la nostalgia nos permite reflexionar, sobre lo que pasó, pasa y pasará, sobre la fidelidad del recuerdo y de la percepción del hoy. Mirar de otra manera, contarse otra historia, puede encontrar nuevas oportunidades. Y ver desde el ser adulto aquellas fortalezas reprimidas del niño, que desde el adulto pueden ser herramientas que refuercen la autoestima, resiliencia y autorrealización.
Muchas veces ese niño del pasado, sigue queriendo expresarse, como un niño interior que sigue vivo en algún lugar de la memoria. El adulto puede escuchar y guiar a ese niño, desde la nostalgia reflexiva, interpretando el ayer con las herramientas del hoy.
Desde ese niño se puede recuperar el lado creativo, la curiosidad, la valentía, para recuperar las ganas de vivir y disfrutar lo nuevo e incierto, creando oportunidades.
Hay muchas virtudes en nosotros que capaz no sabemos ver. Como ese mismo niño que buscaba seguridad, que también mostraba ser resiliente cuando a pesar de lastimarse la rodilla seguía jugando. O aquel otro que desde su inocencia con sus pocas palabras sencillas da una lesión de vida. Tanta perorata mental en los adultos, no nos ayuda. Los niños la tienen más clara.
Al final que la nostalgia te ayude a reconstruir ese niño desde el hoy, que capaz alguna vez se fue por sentirse inseguro. Hoy eres un adulto, y tú mismo puedes darles seguridad. Recuperar al niño interior te puede ayudar a contarte una historia diferente, que le dé mayor valor a tu vida y se reflejen en las nuevas circunstancias, que van creando un futuro mejor.
Espero que hoy te superes a ti mismo.